Otras consideraciones importantes

Para educar a los consumidores sobre la categoría de eficiencia energética (EE) de los productos. De esta manera, se facilita la dirección de la compra hacia aquellos productos que son más eficientes en términos energéticos, en lugar de aquellos que requieren más energía para alcanzar el mismo resultado. Esta orientación conlleva a un menor gasto en la factura de electricidad.

Es esencial asegurar que las etiquetas de eficiencia energética estén claramente visibles, sin interferencias que dificulten su lectura, para que los consumidores puedan localizarlas fácilmente y leerlas sin problemas al momento de la compra. Estas etiquetas deben ser colocadas, impresas o adheridas en la superficie exterior del producto o en su empaque, y deben permanecer en su lugar hasta que el producto sea comprado por el consumidor final.

Las escalas de eficiencia energética están representadas por diversas bandas, que pueden ser identificadas mediante letras o combinaciones de letras, números o signos, dependiendo del tipo de producto. Por ejemplo, para lámparas, las clases de eficiencia incluyen: A++, A+, A, B, C, D y E; para heladeras: A+++, A++, A+, A, B, C y D; y para lavarropas: A+++, A++, A+, A, B.

Estas variaciones se deben al continuo avance y mejora en la eficiencia de los productos, lo que ha llevado a la introducción de clases de eficiencia más altas, como A+++, A++ y A+, para destacar las mejoras realizadas por los fabricantes en este aspecto.

Estas variaciones se deben al continuo avance y mejora en la eficiencia de los productos, lo que ha llevado a la introducción de clases de eficiencia más altas, como A+++, A++ y A+, para destacar las mejoras realizadas por los fabricantes en este aspecto.

En efecto, estos incrementos son significativos. Por ejemplo, en el caso de una lámpara, la diferencia de eficiencia entre clases puede representar un aumento del consumo energético de aproximadamente un 15% a un 20%.

Las etiquetas de eficiencia energética proporcionan a los consumidores información relevante sobre la eficiencia del producto que están considerando comprar, lo que les permite dirigir su elección hacia aquellos que son más eficientes (como las clases A, A+, etc.). Esta tendencia también impulsa a los fabricantes a implementar medidas para mejorar la eficiencia de sus productos.

Además, tras la implementación del etiquetado obligatorio, se establecen Estándares Mínimos de Eficiencia Energética (MEPS, por sus siglas en inglés) con el objetivo de garantizar que los equipos comercializados en el mercado cumplan con niveles máximos de consumo específico de energía para cada producto. Estos estándares son establecidos por las autoridades del Ministerio de Energía y supervisados por las autoridades de Comercio Interior, y se prohíbe la comercialización de productos que no cumplan con estos estándares mínimos. Por ejemplo, en el caso de lavarropas, heladeras y congeladores, se ha establecido que deben tener una eficiencia mínima de clase «B» o superior, mientras que para acondicionadores de aire, la eficiencia mínima en modo refrigeración debe ser de clase «A» o superior, y en modo calefacción, de clase «C» o superior.